Frases sobre la sabiduría
El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona.
No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer.
No hay que confundir nunca el conocimiento con la sabiduría. El primero nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir.
Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano.
El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él.
Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber.
El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho.
La sabiduría consiste en saber cuál es el siguiente paso; la virtud, en llevarlo a cabo.
Una cosa es saber y otra saber enseñar.
Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado.
Saber y saberlo demostrar es valer dos veces.
Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro.
La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia.
La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo.
La sabiduría es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad.
Hay dos maneras de difundir la luz... ser la lámpara que la emite, o el espejo que la refleja.
Para llegar a ser sabio, es preciso querer experimentar ciertas vivencias, es decir, meterse en sus fauces. Eso es, ciertamente, muy peligroso; más de un sabio ha sido devorado al hacerlo.
La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada.
Yo sólo sé que no sé nada.
El signo más cierto de la sabiduría es la serenidad constante.
Cuando bordeamos un abismo y la noche es tenebrosa, el jinete sabio suelta las riendas y se entrega al instinto del caballo.
No basta con alcanzar la sabiduría, es necesario saber utilizarla.
La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen.
La oscuridad nos envuelve a todos, pero mientras el sabio tropieza en alguna pared, el ignorante permanece tranquilo en el centro de la estancia.