Michel de Montaigne
(1533-1592) Escritor y filósofo francés.
Frases célebres
El oro puede hacer mucho, pero la belleza más.
La belleza es una gran recomendación en el comercio humano, y no hay nadie que sea tan bárbaro o tan grosero que no se sienta herido por su dulzura.
De todos los beneficios que nos reporta la virtud, uno de los más grandes es el desprecio a la muerte.
Quien quisiera que el hombre no conociera el dolor, evitaría al mismo tiempo el conocimiento del placer y reduciría al mismo hombre a la nada.
Quien no vive de algún modo para los demás, tampoco vive para sí mismo.
Nos ocupamos mucho de ser gentes de bien según la ley de Dios; no sabríamos serlo según nosotros mismos.
La curiosidad de conocer las cosas ha sido entregada a los hombres como un castigo.
Nuestro deseo desprecia y abandona lo que tenemos para correr detrás de lo que no tenemos.
La vida no es en sí ni un bien ni un mal, sino el lugar del bien o del mal, según que el hombre practique lo uno o lo otro.
Cuando me llevan la contraria, despiertan mi atención, no mi cólera; me ofrezco a quien me contradice, que me instruye. La causa de la verdad debería ser la causa común de uno y otro.
El ejercicio más fructífero y natural de nuestro espíritu es, a mi juicio, la conversación. Encuentro su práctica más dulce que cualquier otra actividad de nuestra vida.
Quien se conoce, conoce también a los demás, porque todo hombre lleva la forma entera de la condición humana.