Stefan Zweig

(1881-1942) Escritor austriaco. Cosmopolita y psicólogo ingenioso destaco por sus obras biográficas y relatos históricos. Se suicidó junto a su esposa en Brasil, donde vivía exilidado desde la llegada del nazismo a su pais.

Frases célebres

No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre.

Aquellos que anuncian que luchan en favor de Dios son siempre los hombres menos pacíficos de la Tierra. Como creen percibir mensajes celestiales, tienen sordos los oídos para toda palabra de humanidad.

El amor es como el vino, y como el vino también, a unos reconforta y a otros destroza.

Toda ciencia viene del dolor. El dolor busca siempre la causa de las cosas, mientras que el bienestar se inclina a estar quieto y a no volver la mirada atrás.

Nada torna a la gente más desnaturalizada e insubordinada que una larga y constante ociosidad.

La vejez no significa nada más que dejar de sufrir por el pasado.

En algunas ocasiones no es nada más que una puerta muy delgada lo que separa a los niños de lo que nosotros llamamos mundo real, y un poco de viento puede abrirla.

La medida más segura de toda fuerza es la resistencia que vence.

Primera muestra de una auténtica vocación política lo es, en todo tiempo, que un hombre renuncie desde el principio a exigir aquello que es inalcanzable para él.

No es hasta que nos damos cuenta de que significamos algo para los demás que no sentimos que hay un objetivo o propósito en nuestra existencia.

Ninguna culpa se olvida mientras la conciencia lo recuerde.

Sólo a aquellos que el destino ha golpeado, [...] se les puede ayudar verdaderamente con el amor. Sólo ellos saben amar y ser amados como se debe amar: con gratitud y humildad.

Hay dos clases de compasión. Una, la débil y sentimental [...] que no es exactamente compasión, sino una defensa instintiva del alma frente al dolor ajeno. Y la otra, la única que cuenta, es la desprovista de lo sentimental [...] dispuesta a aguantar con paciencia y resignación hasta sus últimas fuerzas e incluso más allá.

Toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo éste ha vivido de verdad.