José Martí
(1853-1895) Político y escritor cubano.
Frases célebres
La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes.
La única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor. El patriotismo no es más que amor, la amistad no es más que amor.
Hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene.
La libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía.
Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas.
El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital; es la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y del otro.
La libertad no puede ser fecunda para los pueblos que tienen la frente manchada de sangre.
Para ir delante de los demás, se necesita ver más que ellos.
También a un gran hombre lo puede exasperar una miserable mosca.
La felicidad general de un pueblo descansa en la independencia individual de sus habitantes.
Las verdades elementales caben en el ala de un colibrí.
Los niños son la esperanza del mundo.
Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad.
Buscamos la solidaridad no como un fin sino como un medio encaminado a lograr que nuestra América cumpla su misión universal.
El que tiene un derecho no obtiene el de violar el ajeno para mantener el suyo.
Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia, nada construyen, porque sus simientes son de odio.
Los hombres son como los astros, que unos dan luz de sí y otros brillan con la que reciben.
El lenguaje ha de ser matemático, geométrico, escultórico. La idea ha de encajar exactamente en la frase, tan exactamente que no pueda quitarse nada de la frase sin quitar eso mismo de la idea.
Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos.
Mi trabajo es cantar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar todo lo grande.
La patria es dicha, dolor y cielo de todos y no feudo ni capellanía de nadie.
Para pedestal, no para sepulcro, se hizo la tierra, puesto que está tendida a nuestros pies.
Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan.
El único autógrafo digno de un hombre es el que deja escrito con sus obras.