François de La Rochefoucauld

(1613-1680) Escritor francés.

Frases célebres

El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto.

Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse.

Si juzgamos el amor por la mayor parte de sus efectos, se parece más al odio que a la amistad.

Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera.

No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay.

La intención de no engañar nunca nos expone a ser engañados muchas veces.

Lo que hace que los amantes no se aburran nunca de estar juntos es que se pasan el tiempo hablando siempre de sí mismos.

Es necesario tener tanta discreción para dar consejos como docilidad para recibirlos.

Conocer las cosas que lo hacen a uno desgraciado, ya es una especie de felicidad.

Si tuviésemos suficiente voluntad casi siempre tendríamos medios suficientes.

La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor.

Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance.

La esperanza, no obstante sus engaños, nos sirve al menos para llevarnos al fin de la existencia por un camino agradable.

Cuanto más se ama a un amante, más cerca se está de odiarle.

Nuestra envidia dura siempre más que la dicha de aquellos que envidiamos.

La gratitud de muchos no es más que la secreta esperanza de recibir beneficios nuevos y mayores.

Nunca se tiene la libertad de amar o de dejar de amar.

La ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes, lo mismo que el viento apaga las velas y aviva las hogueras.

Es más vergonzoso desconfiar de los amigos que ser engañado por ellos.

Se perdona mientras se ama.

Si quieres tener enemigos, supera a tus amigos; si quieres tener amigos, deja que tus amigos te superen.

Es muy difícil que dos que ya no se aman, riñan de verdad.

Más traiciones se cometen por debilidad que por un propósito firme de hacer traición.

Lo que hace que la mayoría de las mujeres sean tan poco sensibles a la amistad es que la encuentran insípida luego de haber probado el gusto del amor.