George Sand

(1804-1876) Seudónimo de Amandine Aurore Lucie Dupin, baronesa Dudevant, novelista francesa del movimiento romántico.

Frases célebres

Te amo para amarte y no para ser amado, puesto que nada me place tanto como verte a ti feliz.

Nos equivocamos a menudo en el amor, a menudo herido, a menudo infeliz, pero soy yo quien vivió, y no un ser ficticio, creado por mi orgullo.

La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma.

Hay que juzgar los sentimientos por los actos, más que por las palabras.

He leído en alguna parte que para amarse hay que tener principios semejantes, con gustos opuestos.

El tiempo no duerme los grandes dolores, pero sí los adormece.

Hay amor propio en el amor como hay interés personal en la amistad.

El beso es una forma de diálogo.

Dios ha puesto el placer tan cerca del dolor que muchas veces se llora de alegría.

Lo verdadero es siempre sencillo, pero solemos llegar a ello por el camino más complicado.

En la mujer, el orgullo es a menudo el móvil del amor.

El que tiene buen corazón nunca es estúpido.

Las decepciones no matan, y las esperanzas hacen vivir.

Dios, que muestras nuestras lágrimas a nuestro conocimiento, y que, en su inmutable serenidad, nos parece que no nos tiene en cuenta, ha puesto él mismo en nosotros esta facultad de sufrir para enseñarnos a no querer hacer sufrir a otros.

Amad. Es el único bien que hay en la vida.

El amor que es un necio a los veinte años es un loco del todo a les sesenta.

Los médicos pueden enterrar sus equivocaciones, pero un arquitecto sólo puede aconsejar a su cliente plantar yerba.

No hay verdadera felicidad en el egoísmo.

El recuerdo es el perfume del alma.

La inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón.

No ames a quien no admires. El amor sin admiración sólo es amistad.

La mujer no existe. Sólo hay mujeres cuyos tipos varían al infinito.

¡Dejadme escapar de la mentirosa y criminal ilusión de la felicidad! Dadme trabajo, cansancio, dolor y entusiasmo.

El pensamiento es el corcel; la razón el jinete.