Frases sobre el pasión
Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas… ¿Qué valdría la vida?
Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes.
Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza.
Hay pasiones que la prudencia enciende y que no existirían sin el riesgo que provocan.
El amor es el poder iniciador de la vida; la pasión posibilita su permanencia.
Todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan.
Las grandes pasiones son enfermedades incurables. Lo que podría curarlas las haría verdaderamente peligrosas.
Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella.
La pasión para el hombre es un torrente; para la mujer, un abismo.
Renunciar a mi pasión es como desgarrar con mis uñas una parte viva de mi corazón.
Un hombre que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca.
No hay incendio como la pasión: no hay ningún mal como el odio.
Las pasiones son los viajes del corazón.
No acometas obra alguna con la furia de la pasión: equivale a hacerse a la mar en plena borrasca.
Yo, como don Quijote, me invento pasiones para ejercitarme.
Las pasiones hacen vivir al hombre, la sabiduría sólo le hace durar.
Se habla sin cesar contra las pasiones. Se las considera la fuente de todo mal humano, pero se olvida que también lo son de todo placer.
El hombre es verdaderamente grande sólo cuando obra a impulso de las pasiones.
Sin pasión, el hombre sólo es una fuerza latente que espera una posibilidad, como el pedernal el choque del hierro, para lanzar chispas de luz.
No podemos evitar las pasiones, pero si vencerlas.
¿La envidia, el odio, la lujuria…, todas esas pasiones han sido arrojadas del alma para que ésta no sea sino una pieza de hielo?
La pasión es una emoción crónica.
Nada debe turbar la ecuanimidad del ánimo; hasta nuestra pasión, hasta nuestros arrebatos deben ser medidos y ponderados.
Son los ímpetus de las pasiones deslizadores de la cordura, y allí es el riesgo de perderse.