Jacinto Benavente

(1866-1954) Dramaturgo español.

Frases célebres

El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta.

Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas… ¿Qué valdría la vida?

En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca.

En la vida, lo más triste, no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.

El amor es como el fuego; suelen ver antes el humo los que están fuera, que las llamas los que están dentro.

La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños y al final, un disgusto grande.

El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece.

No hay sentimiento que valga; el amor es una ocupación como otra cualquiera.

El amor es lo más parecido a una guerra, y es la única guerra en que es indiferente vencer o ser vencido, porque siempre se gana.

A perdonar sólo se aprende en la vida cuando a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho.

Creedlo, para hacernos amar no debemos preguntar nunca a quien nos ama: ¿Eres feliz?, sino decirle siempre: ¡Qué feliz soy!

Al amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos.

Bien sé que las mujeres aman, por lo regular, a quienes lo merecen menos. Es que las mujeres prefieren hacer limosnas a dar premios.

Cuando no se piensa lo que se dice es cuando se dice lo que se piensa.

Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos.

No hay nada que desespere tanto como ver mal interpretados nuestros sentimientos.

El mal que hacemos es siempre más triste que el mal que nos hacen.

Sólo temo a mis enemigos cuando empiezan a tener razón.

Si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de los cobardes.

El amor es como Don Quijote: cuando recobra el juicio es que esta para morir.

Eso de que el dinero no da la felicidad son voces que hacen correr los ricos para que no los envidien demasiado los pobres.

La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe.

Yo podría ser el último paria de mi reino, un leproso abandonado por todos, sin recuerdo y sin esperanza de goce alguno, y aún quisiera vivir.

No eres ambicioso: te contentas con ser feliz.